domingo, 17 de octubre de 2010

Antes y ahora


Esta soy yo en primero de Educación Infantil, con 4 años, es decir, que estamos hablando del año 1990. ¡No ha llovido nada! He encontrado la foto organizando un cajón, y la verdad es que he tenido un flashback, que me ha hecho casi llorar.
Aunque en la foto, tengo un gesto de todo lo contrario; parece que estoy viendo el futuro, y como en modo cámara rápida estoy recorriendo toooooodo lo que me queda por delante hasta salir del camino de la educación y la formación. Como diciendo: "¡Madre mía, hasta que me escape de aquí!".
No. Bromas a parte, en realidad la etapa de estudiante es, si no la más bonita, una de las que siempre recordamos esbozando una sonrisa (cuando no una carcajada), por la cantidad de momentos y situaciones tan entrañables y divertidas que nos suceden.
Yo, no concibo cómo las generaciones actuales no saben sacarle provecho al periodo estudiantil. Pero supongo que los jóvenes son un reflejo de los mayores, de nuestra sociedad al fin y al cabo, por lo que en algo hemos y estamos fallando. Las cosas han cambiado mucho.
Toda esta reflexión también ha venido a raíz de unos vídeos colgados en la red, del día a día en los telediarios, y sobreotodo, de la pasada actividad de clase de Pedagogía (que fue algo que realmente me sorprendió).
Recuerdo perfectamente mi primer día de colegio. A parte de derramarme encima todo el batido de colacao que me llevé para el recreo, porque no pude abrirlo bien, no había manera de que soltara la pierna de mi madre. Me agarré como una lapa,y ya podían tirar todos los profesores a la vez para separarme que no, que yo no me iba a quedar en un sitio raro en el que, por alguna extraña razón, había un montón de niños mirándome muy sorprendidos. Al final acabaron convenciéndome diciéndome que no me iba a quedar allí para siempre, que a medio día me iba a casa a comer, aunque luego tenía que volver otro ratito por la tarde. Jajajaja, cada vez que lo recuerdo es que me troncho; pero qué me pensaría yo que era el colegio!! El caso es que el último día, de 6º de primaria, también lloré, y mucho. No quería irme. No quería que echaran la llave de la clase y dejar allí encerrados 8 años de recuerdos, de vivencias, de aprendizaje, de amistad. Dejar el cole significaba hacerse un poquito más mayor, con lo que ello implica.
Pero, como digo, ha cambiado tanto la sociedad, que cuando veo cómo están las cosas, todavía pienso si no me habrán abducido los extraterrestres y me han tenido en un universo paralelo todos estos años, porque no termino de creerme todo lo que se ve en los medios de comunicación. ¿Desde cuándo se insulta a un profesor? Pues desde que también se insulta a los padres, porque si no… no me lo explico. En mi época (por Dios, ya hablo casi como mi madre, y no tengo ni 25 años, jajaja) como se nos ocurriese decirle algo a un profesor, si quiera pensarlo, o decírselo a algún compañero (que por supuesto, luego se chivaba) es que te caía una… que pronto se te iba a ocurrir repetirlo, ja! ¿Y qué es eso de agredirlos? Es que yo creo que éramos tan inocentes, que ni se nos pasaba éso por la cabeza. ¡Pero si pedíamos permiso hasta para levantarnos a coger el lapicero que se nos había ido a la otra punta de la clase! Y hoy, como no te dejen salir al servicio llamas a protección del menor, por lo menos. Hace años decías únicamente "no me da la gana", y llamaban a tu casa para decírselo a tu madre (que te estaba esperando sin prepararte ése día la merienda); ahora, a 17 de octubre de 2010, llaman a casa para decir que el niño o la niña ha dicho que te den por **** a la profesora, y lo primero que preguntan es que qué le ha hecho la maestra para que el niño conteste así, y por el disgusto que se ha llevado el chaval, la madre le está esperando con el Bollicao dokio ése raro y un multifrutas de Pascual (a ver si le va a dar una bajada de azúcar al niño o se le va a deshidratar), a la vez que recoge el parte, el cual considera fruto de una "gracia" de su hijo.
Sí que es cierto que mi época de E.S.O fue un poco más (vamos a dejarlo en “divertida”) en ése sentido, (y eso que en mi caso fui a parar de un colegio público a uno religioso, privado, con lo que las juerguecitas a costa de los profesores o de los compañeros eran castigadas de forma muy “interesante”), porque la picardía, evidentemente, aumenta con la edad, pero vamos, ni por asomo, teníamos el descaro y la agresividad que manifiestan los adolescentes actuales. En Bachiller ya éramos más serios. Nos creíamos importantes y todo (los de primaria y E.S.O. se referían a nosotros como "los mayores", y teníamos que dar ejemplo XD).
Y eso es lo que me da miedo. Está claro que el objetivo de todos nosotros es ser unos buenos profesores, que los chavales aprendan con nosotros y de nosotros, porque el profesor, a parte de un buen docente, también debe ser un ejemplo, un referente para sus alumnos. Pero visto cómo está el panorama, yo no se si seré capaz de enfrentarme a una clase y mantener su atención, de ganármelos, de ser la persona que ellos quieren que les de clase; ése profesor que todos buscan pero que muchos no encuentran.
Tener a la mano la posibilidad de aprender y de ser lo que uno quiera, es algo que no se paga con dinero, ¿y de qué sirve? Imagino que todos procedemos de unas generaciones que no entienden a los llamados “ni-ni”, ni a los expulsados por abrirle la cabeza a un profesor. A mí me ha encantado ser alumna, y me encantará seguir siéndolo (porque todavía voy “pa´rato” como suele decirse, porque tengo el D.E.A. a la vuelta de la esquina y otra carrera a medias aún, a parte del presente Máster de Secundaria), pero me desconcierta mucho pensar que los alumnos a los que me tendré que enfrentar en un futuro (espero que próximo) piensen que estás ahí “para joderles la vida”, y perdón por la expresión, pero es lo que se oye, lo que estos chicos piensan. Espero estar a la altura, pero creo que hay que impulsar un cambio, y rápido.

4 comentarios:

  1. Bonita historia¡

    Me quedo con el recuerdo del primer día de clase. Los pequeños detalles pueden ser un auténtico tesoro¡¡

    Estupendo blog¡¡

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  2. Muchas gracias! La verdad es que sí, si no fuera por los recuerdos... de hecho, no hay nada más triste que una vida sin ellos. Pero ¡han cambiado tanto las cosas!

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  3. Yo no recuerdo mi primer día de clase (triste pero cierto), pero imagino que no debió ser muy distinto, batidos aparte.

    Saludos¡¡

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  4. Jajaja! Yo creo lo recuerdo porque fue algo traumático, si no, seguro que tampoco lo recordaría. Pero seguro que tienes inmensidad de momentos e imágenes grabadas que eres capaz de visualizar como si lo estuvieses viviendo (bueno, o casi, jeje).
    Un saludo

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