jueves, 11 de noviembre de 2010

Se necesita un culpable

Las cifras del fracaso escolar son alarmantes. En nuestra comunidad, Toledo presenta la peor de las tasas, con un 35,6%, seguida de Cuenca, con un 32,7%, y Ciudad Real y Albacete, con un 32,5%. Guadalajara es la mejor parada, con un 27%. La media nacional no es mucho más esperanzadora. Y, ¿en qué radica el problema? ¿quiénes tienen la culpa? ¿padres? ¿docentes? ¿Estado? ¿Europa?

Muchos ponen en cuestión la calidad de la enseñanza pública, la existencia de la escuela privada, -ya que algunas contienen elementos elitistas en su proceder-, la formación del profesorado de secundaria, etc. Los primeros argumentan, entre otras cosas, la falta de enseñanza en valores, de calidad, de ideario, de autoridad y excesivo número de alumnado por clase, que impide, así, una enseñanza individualizada. Los últimos sostienen que hay una falta de formación inicial del profesorado, y que si no se toma conciencia de ser profesor, sino especialista en algún área, éste va a desarrollar su función educativa de forma penosa, -cosa, por otro lado, evidente, pero que no creo que sea del todo así-. Muchos de los que abogan por la enseñanza privada mantienen que son escuelas con unos idearios concretos, por supuesto, pero alejados en algunos aspectos de la idea que un Estado laicista representado por ideologías determinadas sostiene, en donde al fin y al cabo, no obstante, los alumnos reciben la educación que sus padres quieren.

Obviamente, aquí radica un grave problema. Si la educación es un derecho para todos, la educación privada sólo se la pueden permitir los más favorecidos económicamente, con lo que el derecho a elegir es privilegio de unos pocos. Pero por tanto, si creemos en la libertad de elección, los padres querrán elegir qué tipo de enseñanzas quieren para sus hijos, pues son éstos los primeros y los últimos responsables en cuanto a la educación que quieren para ellos. Si nos gustaría elegir el médico que nos ha de curar el hígado o el corazón, por qué no ha de gustarnos elegir el centro educativo de nuestros hijos; ¿lo dejamos todo a una cuestión ideológica? ¿se respeta la libertad del individuo? ¿o pensamos que es el Estado quien debe dirigir y controlar toda la labor educativa? Desde mi punto de vista, la función del Estado en la ella, debe ser subsidiaria, es decir, que ésta, la educación, debe recaer principalmente en los responsables naturales de sus hijos, los padres, que tendrían que poder elegir el tipo de enseñanza que quieren para los mismos. Es lo propio de cualquier sociedad y mentalidad liberal democrática. Solución ¿subvencionar toda la enseñanza privada? Difícil y compleja cuestión…

La realidad es que el fracaso y el abandono escolar están ahí, gritando a voces que España tendrá unos futuros adultos de los que un gran porcentaje no sabrá qué río pasa por Valladolid, y, lo que es peor, les dará igual, y aunque las funciones del docente cambian a tenor del ritmo de los tiempos y de las circunstancias sociales concretas, la más importante implicación del enseñante no sólo debe quedarse “la mera transmisión de conocimientos”, que es en lo que opino que está el quid de la cuestión, en la falta de transfusión de valores, en lo que, sin embargo, la responsabilidad es de todos, comenzando y acabando en los padres, con el apoyo y dirección de las autoridades educativas y con la inestimable participación e implicación del docente verdaderamente vocacional y profesional.

En este sentido habría que considerar también que cada alumno tiene unas aptitudes y unas necesidades y aspiraciones concretas. La educación, como hemos dicho, entre otras cosas es transmisión de ideas y conocimientos, pero con capacidad para orientar en la especificidad, sin obligar, por tanto, a permanecer en los centros educativos a alumnos en edades más tardías si no quieren seguir estudiando, porque en muchos casos posean unas aspiraciones dirigidas a otras salidas. Es evidente que el conocimiento y el estudio tienen unos valores per se, enriquecen a la persona, la hacen más libre, pero también hay que pensar en la futura integración del hombre en la sociedad, con una cualificación elevada en un mundo cada vez más exigente, siendo conscientes de que no siempre se cumplen en su totalidad las expectativas y aspiraciones que cada persona pueda tener. Aquí, ciertamente, la empresa puede realizar un gran papel en el mundo educativo mediante becas e inversiones, pero también hay que temer que la educación se mercantilice en exceso, cuestión compleja, digo, pero en la que hay que ser consciente de que ésta, la empresa, ha de amortizar esta inversión incorporando a aquéllos más capaces y mejor preparados. Son sistemas que esta sociedad tan cambiante y en constante evolución deberá ir asumiendo, considerando también que un país progresará gracias a un sistema educativo que permita y garantice la preparación de excelentes profesiones tanto de “corbata azul” como de “mono azul”.

De cualquier forma, hay que realizar un cambio o renovación y buscar las causas del problema en factores externos e internos, dejando de pasarnos la pelota unos a otros de una vez, dejarnos de tanta reforma legislativa y actuar. Es decir, mirar en el ámbito familiar, -donde seguro hay una falta de disciplina y una mediocre o insuficiente difusión de unos principios que conduzcan a estimar el valor de la enseñanza, de la formación-, como en el Estado, que debe promover un mayor compromiso por una verdadera educación en valores cívicos y personales, lejos de todo adoctrinamiento, situando en la sociedad a personas educadas en la libertad de conciencia y con un espíritu crítico ante la misma, no a borregos adoctrinados. En ello, el método, al que tantas veces hacemos referencia en los tiempos que corren, es algo totalmente determinante para los óptimos resultados en esta cuestión, por lo que, seguramente, el equilibrio y la correcta combinación entre la educación familiar, la social y la metodología a seguir en ello, supondrían una mejora de estos tristes resultados.

En fin, es darle otra vuelta a lo que viene siendo el “pan nuestro” de cada día. Anda que no habré soltado “tontás” (como suele decirse en la “España profunda”, -y que tanto quiero, eh-) que no hacen otra cosa sino descubrir el Mediterráneo, xD, pero me apetecía compartir esta reflexión después de haber hecho varias prácticas y comentarios sobre artículos en relación al tema.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Profesores en potencia


Ha sido un placer compartir el módulo común del Máster con vosotros. Ahora que nos separamos espero que sigamos viéndonos y que no perdamos el contacto.

sábado, 30 de octubre de 2010

Arte y medicina

Aquí os pongo un artículo que relaciona dos áreas. A primera vista, no tienen nada que ver, pero desde luego, pueden servirse y apoyarse mutuamente. Es un ejemplo de los grandes campos que abarca el arte, de su gran multidisciplinaridad.

Arte y Medicina. La Enfermedad a través de la Pintura
El arte y la ciencia médica se nutren de un fondo común: el Humanismo. La pintura quizá sea, por su inmediatez, la actividad artística que ha dejado testimonios más impresionantes de esa cara oscura del devenir de los hombres, mostrándolas, unas veces, y atenuándola, otras, con la viveza de la luz y el color.
La ciencia médica y el entorno que rodea a la enfermedad han sido protagonistas vivos de esta cruel realidad, y un sinfín de imágenes plasmadas en los lienzos constituyen una brillante galería ilustrada de la patología humana, en la que el artista, quizás sin proponérselo, se convierte en mensajero de un rico y útil legado para conocer nuestra historia pasada.
ANATOMIA
Esta disciplina constituye la pieza angular sobre la que se asienta el conocimiento del organismo humano, y muchos predecesores en la investigación médica tenían una clara conciencia de que muy difícilmente se llegaría a comprender la enfermedad sin saber antes con el mayor detalle posible cómo era nuestro interior.
Es éste el motivo por el cual existen en la Historia de la pintura multitud de bocetos, esquemas, dibujos y lienzos, realizados tanto por artistas como por médicos, vocaciones que a veces se aunaban en una misma persona. Hasta tal punto es esto cierto, que, en ocasiones, sería difícil distinguir la verdadera profesión de los autores de algunas obras pictóricas.
¿Hubiera pensado Vesalio -eminente anatomista del siglo XVI- y el gran Leonardo da Vinci, que compartirían aficiones similares?.
Comienza, en el siglo XVI la era de los grandes anatomistas, que, a pesar de innumerables obstáculos sociales, religiosos y políticos, llegarían a disfrutar del reconocimiento histórico, aunque en aquel entonces hubieran de soportar las leyes que el poder establecía muy estrictamente.
La Lección de Anatomía, del genial Rembrandt, es un cuadro tan representativo del ámbito médico que ha llegado a convertirse casi en un tópico. El verdadero nombre del lienzo es Lección de Anatomía del profesor Tulp, y en él se expresa de una forma manifiesta la gran preocupación que persiguió al autor en toda su obra: la luz.


Inspirado en el Cristo de Mantenga, el cadáver, que parece estar iluminado por la lámpara de un moderno quirófano, refleja esa misma luminosidad, mientras las caras de los sorprendidos galenos que rodean el cuerpo inerte contribuyen activamente a destacar aún más esta cualidad.



CABEZA
Siguiendo la más elemental lección de Anatomía y dividiendo nuestro cuerpo en esta sencilla y tradicional clasificación, podemos afirmar que todas las enfermedades se manifiestan durante su evolución en alguna de las tres grandes partes del cuerpo.
“La cara es el espejo del alma” sentencia el dicho. Y, entre otras cosas, esta parte de la cabeza expresa con gran meticulosidad los estados anímicos, funcionales y orgánicos, del más amplio espectro de la patología humana.
Pocos artistas han sabido hacer aflorar al rostro las miserias humanas con tanta fidelidad como Francisco de Goya. En Las Viejas se representa a dos mujeres de edad avanzada, una de las cuales posee una nariz deformada como consecuencia, con toda seguridad, de una sífilis congénita, enfermedad muy frecuente en la época en que vivió el autor.



Esta mención merece también el Retrato del Duque de Urbino y su hijo Guidobaldo, pintado por Pedro Berruguete en 1475 y que se encuentra en la Galería de los Uffizi de Florencia.


A este personaje, cuyo nombre completo era Federico de Montefeltro se le representa siempre de perfil, aumentándose de esta forma la fealdad de su rostro desfigurado en un torneo, donde fue herido en la nariz y perdió el ojo derecho.
Como puede observarse, la pirámide nasal y las estructuras óseas faciales se comportan como auténticos delatores de la enfermedad que padece así como su personalidad.



La rinofima, por ejemplo, determina por completo el rostro del protagonista del Retrato de un viejo con un niño, el Conde Sasseti. Resulta curioso, observar cómo la figura infantil, el nieto del Conde, imprime al cuadro un cierto aire de ternura que disminuye el aspecto desagradable del conjunto plástico creado por el pintor florentino Ghirlandaio.



El prognatismo ha sido una constante biológica característica de los Austrias , y en creaciones de Tiziano, Claudio Coello y el inmortal Velázquez podemos apreciar como Carlos V, su bisnieto Felipe IV y el hijo de éste, Carlos II, portaban el inequívoco sello familiar.




Algunos rasgos del carácter han sido plasmados brillantemente a lo largo de la Historia de la pintura. La melancolía, los estados de tristeza y, en definitiva, la depresión en cualquiera de sus formas, pueden verse en muchas obras emblemáticas .
En La Dolorosa, de Murillo, se siente la esencia misma del dolor humano, mirando la cara de la Virgen que sufre por la muerte de su hijo, Murillo expresa una sensación de resignación y dolor que se quedan a las puertas de la depresión. Es como si el artista quisiera, de manera vehemente, convencernos de que la grandeza de la santidad impide caer en el abismo de la desesperanza.



Otro pintor, El Bosco, precursor del surrealismo, nos representa una simbología mágica y alquimista repleta de mensajes que podrían darnos la sensación de que son productos de una mente quebrantada por una esquizofrenia ; sin embargo, nada más lejos de la realidad.
Lienzos como La nave de los locos ejercen mediante este simbolismo una crítica feroz contra algunos representantes de órdenes religiosa. En La extracción de la piedra se presenta una práctica habitual del curanderismo de la época cuyo objetivo era sanar al supuesto paciente de la estupidez más que de la locura.
Afortunadamente, esta operación no se llevaba a cabo y sólo se quedaba en una mera representación en la que la inocente víctima permanecía con el mismo grado de necedad que antes de la supuesta intervención. Podemos imaginar lo que supondría para el ser humano el padecimiento de algunas minusvalías en una sociedad carente por completo de estructuras sociales protectoras de los menos favorecidos.



Así, la ceguera, que puede ser considerada como una de las taras más invalidantes que haya sufrido el hombre en toda su historia, se encuentra ampliamente representada en la obra artística de multitud de pintores. La Parábola de los ciegos, de Brueghel El Viejo, es una patética muestra de estremecedor realismo, de un dramático metafórico pasaje de San Mateo, donde nos recuerda que “cuando un ciego guía a otro ciego ambos caen en el abismo”.



TRONCO
Los deformes, lisiados, enanos y otros personajes afectados de diversas deficiencias se encuentran también magníficamente representados en la Historia del Arte y, más en particular, en la pintura universal. Velázquez fue un indiscutible observador de estas deformidades, y su dilatada obra pictórica nos ha legado un auténtico “libro abierto” de numerosas alteraciones de origen endocrinológico.
Debemos a los Austrias el conocimiento de estos personajes, ya que la idea de retratarlos fue una iniciativa de los monarcas que encargaron a uno de sus pintores de Cámara. El niño de Vallecas, llamado Francisco Lezcano, era un bufón del príncipe Baltasar Carlos y constituye una fidelísima muestra del cretinismo. Destaca en el retrato la desproporción entre el tamaño de la cabeza y el del resto del cuerpo.
Esta misma patología es la que pudo haber padecido Mari Barbola, que con su monstruosa presencia inunda el primer plano de una obra cumbre como Las Meninas. Otros autores apunta a una acondroplasia o a un enanismo como responsables del aspecto de un personaje.
Otro protagonista, Nicolasito de Pertusato, que en el momento del retrato frisaba los 30 años, sugiere claramente un enanismo con hipogonadismo, en el que puede observarse la ausencia de vello adulto aparte de las facciones típicamente infantiles. Don Antonio el Inglés está considerado como el mejor de la serie. El retratado representa los estigmas típicos de un enanismo posiblemente de origen hipofisario. Según algunos autores, este cuadro puede que no se deba al pincel de Velázquez, sino al de Carreño de Miranda.





EXTREMIDADES
La mano es una estructura que puede expresar casi tantos sentimientos y sensaciones como el rostro. La riqueza de sus movimientos es uno de los elementos más diferenciadores de la escala filogenética – la que ha seguido la evolución de las especies- y una de las más expresadas.
Hay que tener en cuenta que la artrosis y la artritis han sido compañeras inseparables del ser humano desde los inicios de su presencia en el planeta. Son innumerables las manos artrósicas y artríticas que inundan las salas de los museos del mundo. En el Retrato de una mujer de 62 años, de Franz Hals, puede verse un magnífico ejemplo de los nódulos de Heberden.



Algunos maestros como Botticelli nos han dejado un estupendo muestrario de afecciones reumáticas. En el Retrato de un joven y en la Madonna Bardi aparece un síntoma típico de la artritis reumatoide: la inflamación de las articulaciones interfalángicas.





Otras enfermedades del colágeno –principal contribuyente orgánico de la sustancia de los huesos y cartílagos- es la esclerodermia. Ambos son reflejados con todo detalle por Marinus en el San Jerónimo en su estudio; la esclerodatilia o endurecimiento o atrofia de la piel de los dedos, y la cara afilada con la boca pequeña y los labios delgados, podrían servir para ilustrar perfectamente el mejor libro de Medicina interna.


En otro extremo, los pies ocupan también extensos capítulos en la pintura universal. La gota, enfermedad de los reyes y hombres opulentos, la encontramos representa mediante enormes vendajes en gruesos y satisfechos personajes . Sirva como ejemplo el cuadro de Hogarth Capitulaciones matrimoniales, donde el sufrido paciente continúa desarrollando su trabajo habitual, casi ajeno a los síntomas de esta molesta afección.



En definitiva. El arte y la ciencia se relacionan íntimamente. Ambas actividades son consecuencia del intelecto y se nutren de un fondo común: el Humanismo. Este puede considerarse un enfoque para interpretar las obras de arte que la creatividad humana nos ha dejado como legado universal.

MAYTE SUAREZ SANTOS
Periodista científica especializada en Medicina

Fuente: www.buscasalud.com/boletin/analisis/2003_04_11_15_18_14.html

miércoles, 20 de octubre de 2010

Esto sí que es contribuir a la educación

¡Esto sí que es contribuir a la educación y la cultura señores!
Aquí os dejo el enlace a la BIBLIOTECA DIGITAL MUNDIAL!!!! por si no la conocíais aún.

www.wdl.org

Se pueden consultar todo tipo de textos, fotografías, mapas, grabaciones y películas de muchas épocas, además de mostrarnos las reliquias que poseen otras bibliotecas del mundo.

Voy a "animar" la entrada con una imagen que he descargado de dicha web, que tiene que ver con lo que me dedico y sobre lo que versa mi D.E.A. (que aún no he defendido), el estudio fortalezas.

La castellología es algo que siempre me ha apasionado, al igual que el arte islámico, por lo que decidí centrar mi investigación en el análisis y estudio de las fortalezas de origen islámico, y en concreto de las de mi tierra, Ciudad Real. Así que, aunque no he encontrado ninguna al respecto, pongo esta que también es muy representativa, la Fortaleza de Ormuz(del siglo XVI), en Irán, en un mapa fechado hacia el siglo XVII. (Por cierto, la calidad de las imágenes de la web es excelente; se aprecian hasta los detalles más ínfimos).

Ale, a curiosear por la página.

domingo, 17 de octubre de 2010

Antes y ahora


Esta soy yo en primero de Educación Infantil, con 4 años, es decir, que estamos hablando del año 1990. ¡No ha llovido nada! He encontrado la foto organizando un cajón, y la verdad es que he tenido un flashback, que me ha hecho casi llorar.
Aunque en la foto, tengo un gesto de todo lo contrario; parece que estoy viendo el futuro, y como en modo cámara rápida estoy recorriendo toooooodo lo que me queda por delante hasta salir del camino de la educación y la formación. Como diciendo: "¡Madre mía, hasta que me escape de aquí!".
No. Bromas a parte, en realidad la etapa de estudiante es, si no la más bonita, una de las que siempre recordamos esbozando una sonrisa (cuando no una carcajada), por la cantidad de momentos y situaciones tan entrañables y divertidas que nos suceden.
Yo, no concibo cómo las generaciones actuales no saben sacarle provecho al periodo estudiantil. Pero supongo que los jóvenes son un reflejo de los mayores, de nuestra sociedad al fin y al cabo, por lo que en algo hemos y estamos fallando. Las cosas han cambiado mucho.
Toda esta reflexión también ha venido a raíz de unos vídeos colgados en la red, del día a día en los telediarios, y sobreotodo, de la pasada actividad de clase de Pedagogía (que fue algo que realmente me sorprendió).
Recuerdo perfectamente mi primer día de colegio. A parte de derramarme encima todo el batido de colacao que me llevé para el recreo, porque no pude abrirlo bien, no había manera de que soltara la pierna de mi madre. Me agarré como una lapa,y ya podían tirar todos los profesores a la vez para separarme que no, que yo no me iba a quedar en un sitio raro en el que, por alguna extraña razón, había un montón de niños mirándome muy sorprendidos. Al final acabaron convenciéndome diciéndome que no me iba a quedar allí para siempre, que a medio día me iba a casa a comer, aunque luego tenía que volver otro ratito por la tarde. Jajajaja, cada vez que lo recuerdo es que me troncho; pero qué me pensaría yo que era el colegio!! El caso es que el último día, de 6º de primaria, también lloré, y mucho. No quería irme. No quería que echaran la llave de la clase y dejar allí encerrados 8 años de recuerdos, de vivencias, de aprendizaje, de amistad. Dejar el cole significaba hacerse un poquito más mayor, con lo que ello implica.
Pero, como digo, ha cambiado tanto la sociedad, que cuando veo cómo están las cosas, todavía pienso si no me habrán abducido los extraterrestres y me han tenido en un universo paralelo todos estos años, porque no termino de creerme todo lo que se ve en los medios de comunicación. ¿Desde cuándo se insulta a un profesor? Pues desde que también se insulta a los padres, porque si no… no me lo explico. En mi época (por Dios, ya hablo casi como mi madre, y no tengo ni 25 años, jajaja) como se nos ocurriese decirle algo a un profesor, si quiera pensarlo, o decírselo a algún compañero (que por supuesto, luego se chivaba) es que te caía una… que pronto se te iba a ocurrir repetirlo, ja! ¿Y qué es eso de agredirlos? Es que yo creo que éramos tan inocentes, que ni se nos pasaba éso por la cabeza. ¡Pero si pedíamos permiso hasta para levantarnos a coger el lapicero que se nos había ido a la otra punta de la clase! Y hoy, como no te dejen salir al servicio llamas a protección del menor, por lo menos. Hace años decías únicamente "no me da la gana", y llamaban a tu casa para decírselo a tu madre (que te estaba esperando sin prepararte ése día la merienda); ahora, a 17 de octubre de 2010, llaman a casa para decir que el niño o la niña ha dicho que te den por **** a la profesora, y lo primero que preguntan es que qué le ha hecho la maestra para que el niño conteste así, y por el disgusto que se ha llevado el chaval, la madre le está esperando con el Bollicao dokio ése raro y un multifrutas de Pascual (a ver si le va a dar una bajada de azúcar al niño o se le va a deshidratar), a la vez que recoge el parte, el cual considera fruto de una "gracia" de su hijo.
Sí que es cierto que mi época de E.S.O fue un poco más (vamos a dejarlo en “divertida”) en ése sentido, (y eso que en mi caso fui a parar de un colegio público a uno religioso, privado, con lo que las juerguecitas a costa de los profesores o de los compañeros eran castigadas de forma muy “interesante”), porque la picardía, evidentemente, aumenta con la edad, pero vamos, ni por asomo, teníamos el descaro y la agresividad que manifiestan los adolescentes actuales. En Bachiller ya éramos más serios. Nos creíamos importantes y todo (los de primaria y E.S.O. se referían a nosotros como "los mayores", y teníamos que dar ejemplo XD).
Y eso es lo que me da miedo. Está claro que el objetivo de todos nosotros es ser unos buenos profesores, que los chavales aprendan con nosotros y de nosotros, porque el profesor, a parte de un buen docente, también debe ser un ejemplo, un referente para sus alumnos. Pero visto cómo está el panorama, yo no se si seré capaz de enfrentarme a una clase y mantener su atención, de ganármelos, de ser la persona que ellos quieren que les de clase; ése profesor que todos buscan pero que muchos no encuentran.
Tener a la mano la posibilidad de aprender y de ser lo que uno quiera, es algo que no se paga con dinero, ¿y de qué sirve? Imagino que todos procedemos de unas generaciones que no entienden a los llamados “ni-ni”, ni a los expulsados por abrirle la cabeza a un profesor. A mí me ha encantado ser alumna, y me encantará seguir siéndolo (porque todavía voy “pa´rato” como suele decirse, porque tengo el D.E.A. a la vuelta de la esquina y otra carrera a medias aún, a parte del presente Máster de Secundaria), pero me desconcierta mucho pensar que los alumnos a los que me tendré que enfrentar en un futuro (espero que próximo) piensen que estás ahí “para joderles la vida”, y perdón por la expresión, pero es lo que se oye, lo que estos chicos piensan. Espero estar a la altura, pero creo que hay que impulsar un cambio, y rápido.